El comentario sexista que me hizo un ginecólogo


Tengo muchas historias de mi vulva. Algunas son muy alegres y otras son fuertes, pero ha sido para mí un camino muy interesante el ir evolucionando a través de ellas. La historia que quiero contar hoy tiene que ver con mi primer embarazo, cuando no encontraba al ginecólogo adecuado que yo quería que atendiera mi parto. Me eché una visita de las siete casas, buscando por todos lados al indicado para mi. En la semana treinta y tantos, doy con la “vaca sagrada” del parto humanizado. Soy doula, y ya tenía mucha información sobre el tema del parto humanizado, por lo que ir con este ginecólogo me generó mucha confianza. Conocerlo me tenía muy emocionada.

Cuando llego a su consultorio, me pasan al cuarto de revisión, y cuando me acuesto lo primero que me dice es que me tiene que hacer un tacto. Como paréntesis, ahora ya es muy debatible el tema del tacto antes del parto, pues muchos doctores no lo hacen. En mi segundo embarazo, no me lo hicieron y no fue necesario. Regresando a la historia, en ese momento yo no dije nada porque él es el doctor, él es el que sabe. Si eso es lo que se tiene que hacer, pues ok.

Aun así, este procedimiento no deja de ser muy invasivo. 

Creo que muchas mujeres se pueden identificar. Estás acostada en una postura muy incómoda, en una cama fría, tienes unas luces blancas directo en la cara, una batita que no te tapa nada… Realmente no es un ambiente cálido. Para mí un tacto es como el gato que quieres meter al agua. Es lo último que quieres que te hagan. Me acuerdo que me costó mucho trabajo relajarme. Fue un momento en que no tenía ganas de abrir mis piernas, no tenía ganas de que nada se introdujera en mi vagina. Es un espacio súper privado, el lugar donde se está gestando tu bebé. Te sientes muy expuesta.

Cuando el ginecólogo trató de entrar, mi reacción fue hacerme para atrás. Mi cuerpo respondió. Como que das un mini brinco, ¿no? El cuerpo solito habló y me cerré. Lo que dio resultado a un comentario que me molestó muchísimo. El ginecólogo me dijo: “uy, entonces cómo le haces con tu esposo. Pobre de tu marido”. Haciendo ese énfasis en cómo le hago para tener relaciones sexuales. En ese momento me sentí muy mal, y me dio pena decir algo. Decidí mejor hacer mis respiraciones y tratar de relajarme, para poder abrirme y sentirme menos incómoda.

Ya con el tiempo me di cuenta del mal comentario. Completamente fuera de lugar. El doctor me estaba revisando, estaba en un terreno médico, un terreno fisiológico, checando que todo estuviera bien con mi embarazo, conmigo y con mi bebé. Y su comentario fue acerca de mi sexualidad y de mi intimidad. No tenía porqué haberlo hecho.

En otro momento, una persona muy cercana a mí, me contó que su ginecóloga, siendo mujer y joven, le hizo el mismo comentario cuando le intentó hacer el tacto. Lo que me puso a pensar en qué tan común es este comentario entre los ginecólogos. Casi casi como si fuera un chiste local. Creo que no es el papel de ellos opinar o dar un juicio de valor en relación a tu intimidad (menos si no lo estás preguntando).

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#MujeresRompiendoEstigmas

Proyecto en colaboración con Ferox MX

Retrato por Quique Motte


Esta historia es de:

Mariana García

35 años

Mexicana

Doula y acompañamiento durante el embarazo, maestra de yoga

Fundadora de @pieceofmine



Pame Clynes