Fueron niñas las que me hicieron bullying menstrual

Antes de empezar con mi historia, me gustaría decir que me considero una mujer muy afortunada y muy privilegiada en todos los temas que tengan que ver con sexualidad. La verdad es que mi mamá lo hizo muy fácil para mi hermana y para mí. Nunca fue tema tabú hablar de sexo, yo nunca tuve pena de agarrar un libro de anatomía, o de hablar de mi vagina, ni de agarrar un espejo para ver mi vulva. Lo del espejo desde chavita lo hice, recuerdo que tenía 12 años, y mi mamá ya me había platicado que yo iba a cambiar mientras crecía. El tema de que me fuera a salir vello era algo que yo no entendía, entonces me revisaba seguido para ver cuando llegaban los vellos.

Y fue hasta que me bajó, que tenía 14, cuando ya pude notar el cambio. De hecho, me daba envidia que a todas mis amigas ya les había bajado menos a mí. Por lo que el día que me bajó, aunque sí fue una maraña de emociones, dentro de todo estaba muy emocionada por llegar con mis amigas con la noticia: “ya soy parte del clan.” Pero, cuando llegue a contarles, luego luego me callaron. Me dijeron que cómo hablaba de esto, que qué pena, que no lo diga en voz alta… Y yo así de, ¿por? En ese momento me hicieron sentir muy mal porque yo pensé que podíamos hablar de esto abiertamente. Toda la secundaria tuve esa represión de no poder hablarlo con ellas. ¿Cómo algo que todas las mujeres pasamos, y no poderlo decir entre nosotras?

Mas grande tuve un accidente en casa de unos amigos, estábamos en una reunión de niños y niñas. Yo estaba en mis días, y sentí que la toalla no estaba bien en su lugar, pero tampoco le di mucha importancia. Y fue cuando me paré del sillón para ir al baño, que me di cuenta que estaba manchado. Y todos los demás también vieron la mancha roja en el sillón, y en mis jeans. Obviamente en ese momento se me fue el alma al estómago. Aparte el niño que me gustaba estaba en la fiesta, y claro que vio todo también.

Acto seguido las niñas se salieron al patio, y los niños fueron los que realmente me ayudaron. Sin yo decir nada, dos de ellos agarraron el cojín y se lo llevaron del cuarto. Otro me pasó mi bolsa, y me dijo que no me preocupara, y me señaló al baño. Me metí al baño, hecha un tomate por supuesto, y les marqué a mis papás para que ya fueran por mí. Estando en el baño pude escuchar a las demás niñas cuchicheando, y criticándome. No podía creer que los niños lo hayan tomado mucho mejor que ellas. Ninguna de ellas estuvo ahí para ayudarme. Ni un abrazo ni nada.

Con el tiempo, para las niñas de la escuela fui solo la anécdota de “la niña que manchó el sillón y todos vieron.” Afortunadamente, por lo mismo de que en mi casa no existían tabúes, logré hacerle frente a esos comentarios para que no me afectaran. También, todos los hombres con los que me he rodeado han sido muy solidarios conmigo en estos temas, y eso ayudó mucho. Este evento del sillón manchado para mí fue muy liberador, porque me hizo tener más seguridad para entender de que las cosas pasan, los accidentes pasan, y al final del día no pasa nada.


#MujeresRompiendoEstigmas 

Proyecto en colaboración con Ferox MX

Retrato por Quique Motte 


Esta historia es de:

Fuensanta Cue

27 años

Mexicana

Editora académica y escritora



Pame Clynes