El hermoso lunar azul de mi vulva

Me dio mucha emoción cuando vi esta campaña, porque el momento fue muy atinado con lo que les voy a contar. Es algo que me acababa de pasar y sentía que no había un outlet como para yo platicarlo. No es una historia tan triste, no es una historia de abuso; es una historia de una transformación. Sí tiene que ver con mi vulva, y me da mucha felicidad poder expresarlo y compartirlo aquí.

Yo nací con un distintivo muy particular en mi vulva: un lunar, o así le llamé yo. Siempre lo tuve, pues me acuerdo verlo desde chiquita. Probablemente era negro, pero yo lo veía azul. Y, lo recuerdo con mucho cariño, algo que me gustaba mucho porque era muy mío. Yo no sé si muchas personas lo tienen o no, porque no es como que vayas por el mundo preguntado, pero sin duda fue muy significativo para mí. Además porque con el tiempo se convirtió en algo que yo podía compartir con mis parejas cuando empecé mi vida sexual. Me parecía muy interesante, y digno de compartir con mucho orgullo. Yo anduve con alguien por 10 años, por lo que mi lunar fue nuestro todo ese tiempo. Era ese secretito entre los dos. Mi vulva tenía ese algo que la distinguía de todas las demás.

En mis veintes, en algún momento empecé a sentir molestias con mi lunar, me empezó como a doler. Algo que me preocupó por las miles de historias que te platican de lunares raros. Por otro lado, a mi abuelo el dio cáncer en la piel, por lo que si sentí angustia y le dije a mi mamá que tenía que ir a checarlo. Ella se puso muy nerviosa, y fuimos ese mismo día. En mi casa tampoco era tan tabú hablar de estos temas, pero noté que ella se sintió muy incomoda con esto. Cuando me fui a checar todo estaba bien, y al mismo tiempo también me dejó de molestar.

Pasó el tiempo, llegue a mis treintas, me casé, tuve dos hijos, y seguí mi vida normal. Pero, a principios del año pasado me empezó a doler otra vez. Noté que me estaba molestando mucho. Definitivamente me hizo ruido, por lo que fui a ver a mi ginecóloga para saber si me lo tenía que quitar o no. Para la ginecóloga fue completamente intranscendente, no le dio nada de importancia, y me dijo: “pues ya quítatelo”.

Fue muy difícil, me tardé como unos tres meses más en tomar una decisión. Claro, que estaba muy preocupada porque es una zona muy complicada. Al mismo tiempo sabía del peligro que podía ser para mi salud. Aunque no lo tenía tan cerca del clítoris, si era un lunar grande, y me daba miedo que al quitarlo me fueran a lastimar. Pensaba, “que tal si me lo quitan, y por algo de pronto ya no puedo tener sensaciones”.

Total que sí decido quitármelo.

La ginecóloga que hizo el procedimiento, era alguien de confianza, y también fue quien me ayudó con mi segundo parto. Aún así, me di cuenta que ella no había entendido lo importante que este lunar era para mí. Yo me estaba despidiendo de una parte muy simbólica de mi cuerpo, estaba perdiendo algo que me hacía ser quién soy yo, y pues para ella era quitar un lunar más. Yo sabía que al salir de esa cita, iba a ser una mujer diferente.

Tiempo después, cuando me entregaron los análisis, me dijeron que no había nada grave, el lunar era benigno, y pues no saben el coraje que me dio porque me lo pude haber quedado. Me dolió la despedida, tuve que hacer las paces con dejar ir una parte que era muy mía. Esa parte de compartir mi intimidad con alguien, que también era un símbolo de mi sexualidad.

Pero también me sirvió como experiencia para enfrentar miedos, y para darme cuenta que hay partes de uno que vas dejando conforme vas creciendo, y pues al final no pasa absolutamente nada. Estoy muy contenta de que existe este espacio, para que pudiera contar mi historia de mi hermoso lunar azul que tenía en mi vulva.

ECM_9429.jpg


#MujeresRompiendoEstigmas 

Proyecto en colaboración con Ferox MX

Retrato por Quique Motte 


Esta historia es de:

Ana Ceci Galindo

35 años

Mexicana

Educadora, mamá de dos, y fundadora de Esto no es una escuela

@estonoesunaescuela

Pame Clynes