¡Luchemos por la justicia íntima!

La primera vez que descubrí el término Intimate Justice, o justicia íntima, fue en un ensayo que leí de la psicóloga Sara McClellan. Su discurso presenta un marco teórico sobre una desigualdad en la forma en que las personas imaginan y evalúan la calidad de sus experiencias sexuales, especial en las mujeres. La justicia íntima nos invita sobre todo a cuestionarnos como las condiciones sociales, los estereotipos raciales y de género, y el estigma sexual, han creado un fuerte impacto en lo que las personas sienten que merecen en sus vidas íntimas. Este movimiento fomenta también un compromiso crítico con los métodos de investigación sexual, individual y colectiva, a que incluyan niveles de satisfacción, confianza, bienestar y felicidad.

Tengo el derecho

El placer es un derecho, no es un privilegio. ¿Por qué tenemos que seguir diciéndolo? Por si se lo preguntan, es porque en diferentes contextos culturales no se toma en cuenta el placer de las mujeres, tanto por los hombres como por las mismas mujeres. Es un nice-to-have, pero si no lo tenemos no pasa nada. Es un “de vez en cuando, chance en un día especial”. No promovemos esa facilidad y aceptación con la que los hombres expresan su sexualidad. La sexualidad femenina sigue teniendo esa textura pudorosa de la cual mejor no hablamos. Pero, si permitimos que se hable negativamente de las mujeres que disfrutan del sexo, como si eso definiera su valor como persona. Validamos las dos opciones que nos han impuesto: o eres una “zorra”, o eres una “mocha”. “Ningún hombre se va a casar con la zorra”, “ella es una calienta huevos o es una mojigata”, típicos pensamientos que nos ahogan en un mar de culpabilidad. ¿Saben cuántas mujeres se sienten obligadas a tener sexo porque creen que se lo deben a sus parejas? Me atrevo a decir que TODAS, por lo menos una vez en sus vidas. Incluyo a las mujeres casadas y con relaciones largas. Justo tuve una conversación con una mujer que le pasó con su esposo después de tener a su primer hijo.

Se nos olvida la cama

Hoy en día formamos parte de muchos movimientos sociales y políticos. Somos activistas de cambio climático, luchamos por la igualdad salarial, gritamos por la violencia de género, marchamos juntos por el amor universal. Principalmente exigimos equidad en muchas áreas, pero se nos está olvidando abogar por la equidad sexual. Es una realidad global de que las mujeres tienen menos orgasmos que los hombres. Tan simple como que la mayoría de los hombres dan por sentado su placer, porque para ellos es más fácil y más rápido conseguirlo. En las mujeres (hablando como colectivo), sigue siendo invisible. Todavía hay muchas mujeres que nunca han tenido un orgasmo en su vida. Mujeres que no sienten que su placer es una prioridad, por ende no exigen el cambio. Mujeres que siguen el ritmo natural de dar, mas no recibir. Mujeres que fingen orgasmos con tal de evitar las “conversaciones incómodas” con la pareja. En algunos casos se nos olvida el placer femenino, en otros casos no queremos aceptar que las mujeres también somos seres sexuales, y que merecemos satisfacción y goce íntimo al igual que los hombres. ¡Recompensa: orgasmos con regularidad!

Sex positive

Cuando me preguntan qué es ser una activista de sexualidad positiva, hablo de que TODAS las personas, sobre todo las mujeres, tenemos que convertirnos en agentes de nuestro propio placer y abogar porque éste sea equitativo siempre. Hay una falta de modelos a seguir, o de mentores que enseñen una sexualidad positiva. Tenemos que aprender a decir lo que queremos, a expresar nuestras necesidades, y así poder enseñar a las próximas generaciones lo mismo. Logrando que todos seamos parte de la conversación. Ya sea que lleves 20 años de casada, o apenas empezando tu vida sexual. Ya sea un sexo en pareja, tríos +, o contigo misma. Ya sea que te gusten las mujeres, o los hombres, o los dos. Ya sea que te identifiques como masculino o femenino, o non-binary, tenemos que reconocer que el sexo es algo normal, completamente natural, sano y excitante en nuestras vidas. Todos tenemos el poder de decidir cuándo, cómo y con quién disfrutar del sexo (con consentimiento). ¡El tipo de sexo que tú quieres y buscas!

¿Qué incluye una EDUCACIÓN sexualidad positiva?

  • La satisfacción mutua.

  • Consentimiento siempre. Se vale cambiar de opinión en un segundo.

  • Comunicación antes, durante y post sexo.

  • Información sobre nuestros cuerpos (sin la vergüenza atribuida a nuestros genitales).

  • Incentivar la aceptación del cuerpo tal cual y como es. Sin la presión de seguir los estándares de belleza. #BodyConfidence.

  • Enseñar respeto mutuo.

  • Inclusión.

  • Seguridad y precaución. No solo hablar de embarazos no deseados, sino también dar datos sobre enfermedades de transmisión sexual.

  • Diversión y risas, pero también reconociendo que hay momentos incómodos, raros, chistosos, penosos, vulnerables…

  • Dicha y felicidad, así solo sea sexo casual.

  • La responsabilidad de cada quien por su propio placer. Ojo: el orgasmo es de quien lo trabaja.

  • A favor de la masturbación y auto exploración.

  • Practicar otras maneras más allá de la penetración pene/vagina.

  • Libre de juicios y críticas. Acabar con términos como “frígida”, “zorra”, “apretada”, “mocha”, “calienta huevos”, “pito chico”…

  • Libre de #BodyShame.

  • Más mujeres a cargo de su sexualidad. *Incluye comprar condones e iniciar el sexo ;).

  • Libre de una educación adoptada por la pornografía mainstream.

  • A favor de cuestionarnos y recibir respuestas honestas, investigadas, reales, que nos alienten a formar un criterio propio.

Entre más conocimiento cultivemos, habrá menos vergüenza para expresarnos, más espacios para usar nuestras voces, y así disfrutar con libertad lo que nuestros cuerpos tienen que ofrecer. *Repite todos los días: tengo derecho al placer.

Ejercicio o reto del momento:

Hablar más con amigas, amigos, papás, parejas… sobre sexo y la prioridad que le damos a nuestro placer. ¡Pongamos el tema sobre la mesa!