Lo que no sabía de mi ansiedad

Primero que nada, me acabo de enterar que los desórdenes de ansiedad ocurren más en las mujeres.

¡Típico! Una de las razones por las que la investigación de esta sigue un poco en pañales, y otra cosa más que agregar a la lista del gender gap en el sistema de salud.

Antes de que me diagnosticaran con trastorno de ansiedad creía que mis crisis de ansiedad eran las mismas que las de cualquier persona. Me atrevo a decir que todas las personas en este mundo tenemos episodios de ansiedad. Como cuando te sientes ansiosa por hablar en público, o antes de una junta importante, el nervio de viajar en avión, la temporada de exámenes… lo que sea de cada quien, pero es parte de la vida. Sin embargo, habemos unas que lo padecemos más fuerte que otras personas.

Yo pensaba que el tener las manos y los pies helados era normal. Siempre creí que el sudor de mis manos tenía que ver con la cantidad de crema que uso. Desde hace tiempo he notado que se me reseca mucho la boca y a momentos me quedo si aire y se me dificulta respirar, sin embargo no le puse nada de atención. Realmente no sabía que éstos son síntomas claros de un trastorno de ansiedad. Muchos menos que fuera algo serio que se tenía que tratar con medicinas de la mano de un experto.

Cuando llegó la pandemia mi ansiedad se transformó a panic attacks. La pandemia por sí sola fue un foco de ansiedad global, y en mi caso, llegaron ataques de pánico de la nada, separation anxiety grave, dificultad para concentrarme, palpitaciones en el corazón, pesadillas intensas, hablar mientras dormía, y nada de esto pude expresar por vergüenza, miedo, y sobre todo culpa. Millones de personas se estaban muriendo de Covid al minuto, ¿de qué me tengo que quejar?

Traté de esconder mis síntomas lo mejor que pude, distrayéndome haciendo tiktoks, regresé a tomar alcohol, estaba fumando cigarros mucho más de lo normal, subí de peso, dejé de hacer ejercicio, entré en depresión, puse en pausa mis proyectos… Lo que en su momento pensaba que era una distracción pandémica como a todas nos pasó, realmente estaba sumando más ansiedad a mi estado mental, y el resultado de esto explotó en ataques de pánico, de los que sientes que te está dando un infarto. Empezaron leves hasta que llegaron a ser una constante cada día. Las técnicas de respiración que conozco no me funcionaron, la meditación era imposible en ese momento porque solo el hecho de respirar me dolía; físicamente me dolía el pecho cada vez que trataba de respirar profundo. Sentía que me pisaba una pata de elefante.

Ya no me quedó de otra más que hablar con un psiquiatra. Inmediatamente me empezaron a medicar.

Fue un proceso lento pues me tardé mucho en encontrar al doctor adecuado. Lo que muchas no saben de los tratamientos con antidepresivos y ansiolíticos es que el efecto de la medicina puede tardar hasta 8/12 semanas. Existen muchas marcas y tipos de medicinas, y atinarle a la correcta es tardado. Es un proceso de prueba y error. Los primeros que me recetaron, sus efectos secundarios casi me matan, pues me deprimieron y aumentaron mis síntomas; más de lo que ya estaba. Estuve a nada de tirar la toalla. Creía que ya no había solución para mí. Para no hacerles el cuento largo me tardé 9 meses en empezar a ver un resultado positivo. Junto con mis medicinas, ahora sí puedo hacer ejercicios de respiración y relajación cuando me da ansiedad. Ahora sí puedo meditar cuando algo está fuera de mi control como antes lo hacía. Ya puedo hacer ejercicio como un escape sano para desahogarme. Una vez más, ya estoy dejando de fumar con la esperanza de que ahora si sea la buena.

Un trastorno de ansiedad es una condición de salud mental (ya sea hereditaria, por un desequilibrio químico o por factores ambientales), que interfiere con la capacidad de funcionar. Es común reaccionar exageradamente ante cualquier trigger emocional, y también es difícil controlar la manera de responder ante cualquier situación, así sea la más tonta. Todos tus pensamientos se vuelven obsesivos. La impulsividad es común. Es difícil mantenerse en un estado de tranquilidad. Por lo que el encierro por la pandemia claramente no me ayudó. Lo que ahora explica porqué me costó más trabajo que otras personas regresar a mi normalidad post quarentena.

Otra cosa que no sabía es que mis ataques de enojo y furia por algo muy trivial venía de esta ansiedad no resuelta. Daría lo que fuera por haber sabido de esto mucho antes; así tratarlo como se debe. Sin duda, errores míos se pudieron haber evitado. Claro que no quiero justificar una condición mental ante mis conductas, en especial si éstas lastimaron a alguien más, sobre todo porque a mi también me lastimaron mucho. Es por esto que no puedo dejar de expresar lo importante que es pedir ayuda, por más difícil que sea, pero la salud mental importa y es necesario entenderla mejor, sin juicios, para poder tratarla como se merece.

Sé que no puedo controlar el pasado, pero hoy agradezco tener esta información sobre mí, agradezco el privilegio y el acceso que tengo de poder tratar mi salud mental, y ahora si acabar con un patrón doloroso que me está dando una segunda oportunidad de permitir que la mejor versión de mí brille cada vez más.

¡No están solas!

Con cariño,

Pame

Pame Clynes