Por años, mi dolor sexual no fue atendido por médicos
Me cuesta muchísimo hablar de esto en público, pero sé que hay millones de mujeres que han estado o están en esta situación, y es importante hablarlo abiertamente. Hace más de cinco años que empecé a sentir dolor recurrente con las relaciones sexuales. Antes de eso todo estaba muy bien en mi vida sexual con mi pareja, que ahora es mi esposo, pero de pronto, un día de la nada empecé a sentir molestias con el sexo. No recuerdo que haya sido un proceso, simplemente el dolor llegó de repente, y ahí se quedó por mucho tiempo.
Así empezaron las constantes visitas a los consultorios de ginecólogos. Primero fuimos con mi entonces ginecólogo, quien al revisarme me dijo que todo estaba bien y sólo me recetó unas pastillas anticonceptivas. Mencionó que con eso iba a mejorar, sin yo realmente saber de los efectos secundarios y el impacto de estas hormonas en mi cuerpo. Pasaron meses, y tuvimos que regresar porque no había mejoría. La segunda recomendación por el mismo doctor fue ponerme un dispositivo intrauterino (mejor conocido como DIU), por tres años. Un procedimiento bastante doloroso, fue un proceso muy feo para mí, y además de todo bastante caro. ¿Se han dado cuenta cómo muchos doctores desparecen al acabar la consulta? Por lo que tienes que lidiar con las secretarias. Una de ellas fue la que nos dijo que como ya no había dispositivo de tres años, el doctor decidió ponerme de cinco años, y por eso tuve que pagar dos mil pesos de más. Desde ahí empezó también un enojo muy fuerte hacia la comunidad médica, pero al mismo tiempo no dije nada. Pagué y me quedé callada; el dolor permaneció. Cuando regresé a un par de consultas más, el doctor ya ni se acordaba de mí, ni se acordaba de lo que tenía.
Decidimos ir con otro ginecólogo del seguro que nos recomendaron, pero el trato que recibí fue nefasto. Yo contado mi historia, hablando del dolor, y el hombre ni siquiera nos vio a la cara. Se la pasó viendo sus correspondencias. En ningún momento sentí que me estaba tomando en serio. Cuando me pasó al cuartito de revisión, le dijo a mi esposo que no podía entrar. Mientras me estaba revisando, empezó a preguntarme cosas fuera de contexto. “Tu bailabas ballet, ¿verdad? Se nota.” Mi reacción fue así como de what??? Se me nota en dónde, ¿en la vagina, en la vulva? Ni al caso su pinche comentario. Cuando acabó la consulta sólo me mandó a hacer lavados con agua y vinagre, pero no me sirvieron en lo absoluto. También nos dijo que probáramos tener sexo con vaselina, y fue terrible. ¡Dolor, dolor, dolor!
Cambiamos con la doctora con la que tuve a mi hija Martina. Cuando le conté lo del DIU me comentó que fue una mala decisión ponérmelo, y me lo quitó. Me pidió hacer otros miles de estudios y sugirió que empezaremos desde cero, sin hormonas. Fueron varios tratamientos los que hice con ella y si noté mejoría. Aunque no se me quitó por completo, por lo menos me pude embarazar. Aún así, después de tener a mi bebé, el dolor continuó con fervor. Me acuerdo de los comentarios de la doctora, “es hormonal, dale tiempo”, “es por la lactancia, tienes que acabarla”. Eso no me dio buena espina, y fui por una segunda opción. Otra vez me dijeron que tenía que cortar la leche, porque aseguraban que de ahí venía el dolor. Y otra vez, dije que no. Para mí es muy importante la lactancia.
Tiempo después conocí el Centro Luperca, donde atiende la fisioterapeuta Nalleli Silva, para que me revisara el suelo pélvico. Ella fue la primera en darme un diagnóstico certero, pues me dijo que tenía una contractura muscular pélvica. Al principio ni mi dedo chiquito podía entrar por mi vagina. En tres sesiones con Nalleli logramos meter un dilatador vaginal sin que me doliera.
Vi a tantos ginecólogos y a nadie le importó. La atención que recibí fue horrible, además pagando buenos hospitales como el Español y el Ángeles del Pedregal. Nunca había vivido experiencias con doctores tan abusivos. Me sigue costando mucho trabajo creer que ningún ginecólogo me haya hablado del piso pélvico, o que se le haya ocurrido recomendarme con un fisioterapeuta. Es una realidad que el dolor sexual no es atendido como debería. Constantemente se minimiza. Para muchos médicos es más fácil decir “tómate una copa de vino y relájate”, o “usa lubricante”, sin antes conocer la raíz de fondo. El dolor sexual es común, pero no es normal, por lo que se merece la atención necesaria para tratarlo.
#MujeresRompiendoEstigmas
Proyecto en colaboración con Ferox MX
Retrato por Quique Motte
Esta historia es de:
Chantal Escartin
31 años
Mexicana
Productora, activista, feminista, mamá.
Fundadora de @soymamafeminista y @feroxmx