Miedo a buscar pareja
“Y si no me acepta. Y si no lo entiende. Y si sale corriendo. ¿Cómo le digo al niño que me gusta que tengo vulvodinia? Mi cabeza está a mil por hora. La ansiedad empieza a recorrer mi cuerpo. El corazón palpita, siento una presión en el pecho. Empiezo a llorar. Mi mente se contamina de puros miedos. Tengo una barrera de acero. Metafóricamente hablando vivo con un calzón de castidad; también en el corazón. ¿Será metáfora o realidad? Por qué me castigo. Por qué me privo de placer y de goce. Por qué siento que no merezco ser amada, ni ser deseada. No me siento una mujer completa. Ves, te dije que mi mente está contaminada. La razón es porque no me siento sana sexualmente. La zona más íntima de mi cuerpo duele, y no sé cómo ayudarla. Todos los días me recuerda que algo no está bien, y no sé que hacer. Me frustra, siento impotencia, y honestamente estoy cansada. Muy cansada de pelear contra el dolor, de esconderlo, de taparlo. Es una batalla perdida. Aunque no parezca que algo me pasa, pues ya aprendí a esconderlo, por dentro siento me queman. Siento como si me echaran ácido en la vulva. Ahora mi mente piensa, si yo no me aguanto, cómo me va a aguantar él”.
Así pensaba los primeros años cuando me diagnosticaron con vulvodinia. Lo recuerdo muy bien porque la mayoría de las mujeres que me escriben para contarme su historia tienen el mismo miedo. Para los que no han oído hablar de la vulvodinia, ésta es una condición de dolor crónico en la vulva que no tiene una causa definida, y no tiene cura. Le puede pasar a cualquier mujer, de cualquier edad. Tristemente es un tema que no se conoce mucho, de cuál no se habla, lo que significa que no contamos con suficientes especialistas que la sepan tratar, por ende hay muchas mujeres sufriendo en silencio. Antes de recibir un diagnóstico propio, una mujer con los síntomas (ardor, quemazón, irritación escozor, comezón, palpitaciones) puede toparse con médicos que no crean en su dolor, que no lo tomen como una condición ginecológica seria, y que le digan que su problema es puramente emocional, que mejor se vaya a dar una vuelta al psicólogo. “Pase a la siguiente ventanilla”, como le decimos en México. Esto lo sé por experiencia, pues estuve muchos años buscando un doctor que me ayudara en mi país y no lo encontré. Tuve la suerte y la gran oportunidad de poderme ir a Estados Unidos a buscar una respuesta. Y sí que la encontré, pero como dije arriba, la vulvodinia no tiene cura.
Regresando al tema del miedo, siendo muy honesta a veces me sigue abordando para encontrar una pareja. Menos que antes, pero sí tengo mis días. En especial después de terminar mi última relación. Uno de esos amores de los que piensas que ya te quedaste ahí, y que nada ni nadie en el mundo te va a separar de esa persona, pero ese no fue el caso. La vida decidió otro camino para mí. It is what it is.
A veces regresan esas olas de pensamiento negativos que te paralizan. Digo, soy un ser humano, pero con años de terapia y trabajo interno logré cambiar el chip poco a poco, aunque sé que no es nada fácil. Sobretodo porque seguimos viviendo en una cultura con tintes machistas, donde se piensa que el sexo es puramente penetración. Donde el placer del hombre tiene mucha más importancia que el de la mujer. Donde la mujer aguanta el dolor sexual con tal de satisfacer o “atender” al hombre. Yo estuve mucho tiempo aguantando el dolor con mi novio, por miedo a que si le decía que no, me iba a cortar, o a pintar el cuerno. Hoy que lo platico, es de las cosas que más me arrepiento. Me duele porque es reconocer que no le daba prioridad a mi cuerpo. Yo misma no me valoraba ni me respetaba. Aceptar eso es muy fuerte, pero bien dicen que lo que no te mata te hace más fuerte. En sí aprendí a que NO es NO. A veces no se puede tener sexo con penetración y no es el fin del mundo. Todos sabemos que hay otras maneras de dar y recibir placer. Por lo menos ya no pienso que no estoy “sana sexualmente”, y eso es un gran paso. Al contrario, lo veo como una oportunidad para despertar la curiosidad, la aventura. Para preguntar, para descubrir, para conocer el placer en otros niveles. Suertudo el próximo hombre que llegue a mi vida.