"Tengo los síntomas pero no estoy segura si es vulvodinia"
Me acuerdo cuando empecé con los síntomas y los ginecólogos no sabían bien lo que tenía, los estudios no indicaban ningún tipo de infección o bacteria. La solución más fácil para ellos en el momento fue decirme que mi problema era algo emocional y me mandaron al psicólogo. Era muy frustrante y vivía desesperada por encontrar una respuesta, una explicación al dolor. Entiendo perfecto y me identifico cuando me escriben mujeres con este mismo sentimiento. Hace seis años yo no tenía con quién hablarlo, y sé lo que es vivir aislado por algo que no encuentra lógica en tu cabeza.
Me han llegado mensajes de personas que creen que yo soy médico y que tengo la solución o la cura de la vulvodinia. Tengo que seguir aclarando que en ningún lado he dicho ni he escrito que soy doctor, y que tengo el poder mágico de curar esta condición. De corazón, no es por juzgar, pero esto reafirma la carencia de nuestra cultura hacia la lectura; hacia la investigación. Lo que más recomiendo es investigar todo lo que puedas sobre lo que le está pasando a tu cuerpo.
Si tienes los síntomas de vulvodinia y todavía no te han dado un diagnóstico certero, estos tips te pueden ayudar a acelerar el proceso.
Lee y lee, y sigue leyendo. Investiga todo lo que puedas sobre la vulvodinia. Busca libros que hablen del tema, artículos de fuentes fidedignas, y testimonios de mujeres que se han atrevido a contar su historia. Aquí puedes ver los libros que recomiendo.
Mereces un doctor que crea en tu dolor. Todavía hay médicos que no reconocen la vulvodinia como una condición ginecológica. Que no saben dar un diagnóstico, y no saben tratarla. No tenga miedo de buscar otros médicos, otras opiniones. Aunque es un proceso tardado, es mejor hacerlo hasta encontrar con el adecuado. Yo me tarde dos años y medio.
Dolor crónico. Para que cualquier tipo de dolor se reconozca como crónico tiene que tener una duración de tres a seis meses. Es importante tenerlo en cuenta para que no se descarte la posibilidad de que en efecto sea otra cosa.
El dolor es igual a: ardor, quemazón, comezón, escozor, palpitaciones… cualquier sensación que cause incomodad.
Toma el control de tu salud. No dependas de que una pastilla mágica es la solución porque la realidad es que no existe. Algo que me ayudó mucho fue decidir tomar una actitud activa. No te quedes en un estado pasivo, a esperar a ver a qué hora te habla el doctor. Toma las riendas también. No hay nada más poderoso que llegar a un consultorio médico con información, y más como mujer.
Dile adiós a la vergüenza. Que no te de pena platicar de tus síntomas con el doctor, con tu familia y gente cercana. Es indispensable contar con un grupo de apoyo. Habrá gente que no lo entienda, no lo tomes personal. Sin resentimiento hazte a un lado y busca a las personas que sí te ofrecen su ayuda. Rompe el silencio, no estás sola.
No hay varita mágica. Te das cuenta cómo todo lo queremos instantáneo, rápido, y sin conflicto. No es nuestra culpa tampoco, así es como hemos evolucionado junto con la era digital. Este movimiento fast-track en el que vivimos, donde buscamos que una sola pastilla resuelve todos nuestros problemas. Lo podemos ver en la publicidad que nos contamina diario. “Adiós a la gripa en un dos por tres”, “Baja de peso en 3 días con esta pastilla”, “Hazte rico hoy mismo desde la comodidad de tu casa”, “Solo una toma y quedarás como nuevo”, “La dieta que sí funciona sin hacer ejercicio”… En fin, todos estos mensajes promueven una promesa errónea, enfocada en una ideal de perfección impuesto por la sociedad.
La paciencia es tu mejor amigo. Es cuestión práctica y de aprender a ser pacientes. Ayúdate con la meditación, con técnicas de respiración y de relajación. Empieza a despertar una vida espiritual si es que todavía no la tienes.
Escucha a tu cuerpo. Creo que es indispensable estar más consciente de lo que el cuerpo quiero y lo que no. Deja de hacer las actividades que detonan el dolor. Lleva un diario para que puedas reconocer cuando solos momentos de más dolor. Enfócate en si es algún movimiento, si es por estar sentada mucho tiempo, por algo que comiste, por las relaciones sexuales, etc. Nadie entenderá tu cuerpo mejor que tú. ¡Date el tiempo de conocerlo!
Sanar es un arte. Toma tiempo, se necesita paciencia, y se necesita amor. No te odies, ni te culpes por vivir con el dolor. El dolor no te define, es solo una parte de ti. ¡Ámate!
No lo tomes por sentado. Si algo he aprendido es que la salud es un tema muy delicado, y no se valora hasta que uno se encuentra en esta situación. Por eso repito otra vez que no dejes de investigar y de tomar control de tu salud.
No tires la toalla. No te des por vencida, no pierdas la esperanza. Sí hay maneras de recuperar tu calidad de vida.
Espero de corazón que pronto te den un diagnóstico y los tratamientos adecuados para controlar el dolor. No dejes de platicarme cómo te sientes.