Testimonio desde Argentina
Mi dolor empezó cuando tenía 12 años, a esa edad no sabía como decírselo a mi madre, pues pensaba que era mi culpa por masturbarme. Hasta que ya no aguanté más porque me estaba afectando psicológicamente; tenía pesadillas constantes relacionadas con la vagina. El dolor que sentía era como de agujas clavándose en mi clítoris. Cada vez que algo rozaba o apretaba mi vulva, con cualquier movimiento brusco sentía estos pinchazos. Estaba muy chica como para entender bien la razón del dolor, pensaba que me estaba muriendo y me daba miedo ir al doctor.
Cuando por fin logré decirle a mi mamá fuimos con un ginecólogo que me recetó una crema para hongos que no dio resultado. Buscamos otras opiniones pero realmente me daba vergüenza hablar de lo que sentía. No podía explicar bien el dolor. Me dieron pastillas para infecciones urinarias y tampoco me sirvieron. Decidí dejar de masturbarme porque me di cuenta que eso también provocaba el dolor. Todos los días me levantaba con la esperanza de que algún día el sentimiento iba a desaparecer.
A los 12 años no podía hacer lo que una niña normal hacía. No podía caminar tranquila, andar en bicicleta, correr. Ir al colegio era una pesadilla. Me fui dando por vencida, y empecé a distraerme en otras cosas. Realmente una sí se llega a acostumbrar al dolor. Poco a poco me dejó de molestar. Seguía teniendo algunos días malos, otros mejores. De pronto desapareció por completo, pero seguía sin poderme masturbar. Y las toallas femeninas me molestaban cuando me venía la regla.
A los 19 años me volvieron los dolores. Fui al psicólogo porque no entendía lo que me pasaba. Al menos unos 5 o 6 doctores me revisaron y no me encontraron nada. Me decían que todo estaba normal. Muy frustrante, sentí un gran abandono por parte de los médicos. Hasta que empecé a buscar en Internet di con el término Vulvodinia. Me di cuenta que no era la única y que mi dolor realmente si existía.
Siempre me ha parecido muy molesto que los doctores no la conocieran, o que me dijeran que era algo psicológico. Fue un alivio saber de la vulvodinia porque el miedo se me quitó. Empecé a estar más consciente de mi cuerpo, a cuidar mucho mi zona vulvar, hacer cambios de detergente, ropa interior, etc. Cambié la forma de masturbarme, sin tocar el clítoris, lo cuido mucho porque es una zona muy sensible para mí. Lo que más me ha funcionado es meditar y aplicar técnicas de respiración para rechazar la enfermedad.
Espero que los doctores dejen de tratar a sus pacientes como si estuvieran locas. Gracias Pame por escucharme y por crear esta cuenta, sin duda me hace sentir menos ignorada.