Testimonio desde Madrid

Soy Mónica, tengo 43 años, desde hace casi un año sufro de comezón, escozor, ardor y dolor en mi vulva. Pasaron 6 meses y medio hasta que me dieron un diagnóstico adecuado. Visité a 5 ginecólogos, a un dermatólogo, a una alergóloga, pero fue una dermatóloga con especialidad en ginecología quien me habló por primera vez de la vestibulodinia (dolor en el vestíbulo vaginal, o la entrada de la vagina). Después de haberle contado de mis síntomas y de mi trayectoria infinita con médicos y demás especialistas que no me pudieron ayudar, me realizó una una exploración con un hisopo, y así llegué a saber lo que tanto esperaba. Claro que no sabía lo que era eso, no tenía ni idea de la vestibulodinia, por lo que me puse a investigar en internet. La coincidencia de información que encontré era muy poco esperanzadora, pues no hay cura y no se sabe bien de donde viene. Sé que existen tratamientos, pero son para paliar más no para curar el dolor.

Vivir con este dolor me ha llevado a momentos muy duros de desesperanza y sensación de soledad, a un estado anímico muy bajo y a una desvalorización de mi persona. A nivel sexual, el deseo y lo que puedes disfrutar es bastante precario, incluso la masturbación más suave implica dolores, y escozores.

Encontré la fisioterapia del suelo pélvico, llevo varios meses en esa terapia y sí he mejorado, pero sigo teniendo días malos de mucha comezón y ardor. Por el momento seguiré mi tratamiento en la unidad de suelo pélvico del Hospital de la Paz, en Madrid. Seguiré mi lucha y afrontamiento de esta enfermedad, pues realmente es difícil a nivel emocional. Me ha hecho alejarme de los demás, a sentirme muy sola, pero sobretodo poco comprendida. Al final del día, quien no lo padece no lo puede entender bien.

Ánimo a todas y a mi misma, pondré todos mis medios para llevar mi vestibulodinia lo mejor posible y ojalá en un futuro vaya disminuyendo y mejore mi calidad de vida.